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Letra Suelta

Bajo el sol y la sombra de Acho

Bajo el sol y la sombra de Acho A continuación publicaré una crónica que escribí en el 2001 sobre la Plaza de Acho. Debo confesar que no soy seguidor de las corridas de toros, pero lo cierto es que en su interior se atesoran más de una historia que merece ser conocida.

Vivo a diez minutos de distancia de la tradicional Plaza de Acho, pero curiosamente nunca asistí a una feria taurina por razones que no vienen al caso mencionar. Eso sí, ingresé en más de una oportunidad al interior de este coso limeño con la intención de conocer sus diversos rincones cargados de historia, costumbres, que con el correr de los años no desaparecieron.

Allí, al lado de los patios de sombra, por ejemplo, se encuentra el Museo Taurino de Acho, donde se guardan celosamente reliquias de un valor incalculable. Se dice que hay más de mil piezas, entre ellas destacan los trajes de luces de Antonio Ordoñez y Manuel Rodríguez, conocido por todos como Manolete.

En las paredes de este espacio de los recuerdos y la añoranza están colgadas algunas acuarelas de Pancho Fierro, grabados de Roberto Domingo, Bernardo Buffet, pinturas de López Canito, fotografías, litografías, afiches. También ubicamos un busto de bronce levantado en honor a Conchita Cintrón, reconocida torera peruana de la década del sesenta.

Gran parte de estas piezas artísticas han sido donadas por todos aquellos seguidores de las faenas taurinas, tales como los Graña Garland, Manuel Mujica Gallo, Manuel Solari. Asimismo, numerosos toreros peruanos, españoles, mexicanos, venezolanos, que pasaron por esta plaza ubicada en el distrito del Rímac, donaron algunos objetos de apreciable valor.

Algo de historia

El 20 de enero de 1766, la Plaza Firme de Acho, considerada la más antigua de América, fue inaugurada en una ceremonia a la cual asistió el virrey Manuel de Amat. En ese entonces, este escenario albergaba a dos mil aficionados. Su construcción fue posible a la generosa inversión económica hecha por uno de los hombres más adinerados de Lima: Agustín Hipólito de Landaburu.

Dos siglos después, la Plaza de Acho, renovada, remozada y ampliada, tiene capacidad para congregar a más de 13 mil espectadores. Por eso, cuando ésta se llena totalmente, los olés retumbam las vetustas casitas que se encuentran a su alrededor. "Los olés son tan fuertes que parece que el río Rímac se nos viene encima", comenta un ruiseño anciano vendedor de diarios.

Pero la historia taurina en el Perú no comenzó en la Plaza de Acho. Anteriormente, las primeras corridas de toros se realizaban en las plazuelas limeñas. Hasta la fecha, no hay una fecha exacta o precisa sobre cuándo se lidió por primera vez en nuestro país.

Según el historiador Manuel de Mediburu, la primera faena se corrió en 1540, con ocasión de la consagración de óleos del arzobispo fray Vicente Valverde. Se dice que ese año, la Plaza Mayor fue cercada y a su alrededor se levantaron algunas graderías para el deleite de los aficionados.

Por su parte, Antonio Garland von Lotten asegura que el 21 de diciembre de 1578 tuvo lugar en Lima la primera fiesta brava. ¿La razón? En esa oportunidad, la capital del Virreinato celebraba la llegada del agua a la fuente de la Plaza Mayor.

Como en los demás hechos y acontecimientos de nuestra historia, los estudiosos del pasado no llegaron a un acuerdo definitivo. Cada uno expone sus razones para indicar tal o cual fecha. Pero en lo que sí coinciden es en precisar que las corridas de toros están relacionados con las fiestas religiosas y patronales de casi todos los pueblos de este milenario país.

Es por eso que en los coloridos pueblos andinos se realizan, desde hace buen tiempo, faenas cuyos toreros, principalmente, no son personajes que derrochen conocimientos y destrezas. Mucho menos estarán vestidos con trajes de luces. Por el contrario, son personas con un enorme valor y coraje que en honor al santo de turno lidiarán con los toros más bravos de la zona.

De vuelta a Lima

Por el momento, la antigua, histórica Plaza de Acho está quieta, serena, a la espera del mes de octubre para la feria del Señor de los Milagros. Aunque por estos días sirve de escenario para la fiebre de los carnavales andinos.

Vivo a diez minutos de distancia de la tradicional Plaza de Acho y todavía no acudo a las llamadas fiestas taurinas. Pero conozco sus patios de sol y sombra, sus piezas artísticas de incalculable valor y, sobre todo, la arena por donde numerosos toreros lidiaron acaso con majestad y lirismo.

Perú, martes 8 de febrero de 2005

5 comentarios

Dikey Fernández Vásquez -

Por favor corregir la fecha de inauguración de la Plaza de Toros de Lima "Plaza de Acho" la fecha correcta corresponde al dia 30 de enero de 1766.

dialno; .NET CLR 1.1.4322) -

http://cesarteran.blogspot.com/

Anónimo -

nada solo q esta muy bonito eps
bueno espero q siga asi eps
pa poder
visitar










chao
ç



lo escribio

andre

apsidalkat -

si Acho (dicho sea de paso que no conozco) está llena de tanta historia y tiene tantas virtudes....

Por qué hay tanta gente que destruye el concepto cultural de corrida de toros en Acho y lo convierte en una burla de circo romano?

Vladimir -

La plaza de Acho es también la tercera más antigua del mundo. En su momento tuvo la arena más extensa, hasta su remodelación en el año 1945 en la que se ampliaron los tendidos (graderías).
La solera (prestancia) de Acho ha sido reconocida por todas las figuras del toreo que han pisado su albero (finísima arena blanca). Ni la Monumantal de México, con capacidad para 50 mil aficionados; ni la de Las Ventas de Madrid, catedral del toreo; tienen -a decir de los entendidos de todo el mundo- la seriedad, romanticismo y encanto de esta plaza rosada, bastante parecidos a los de la Maestranza de Sevilla.
Tanto quiere la afición peruana a su coso que la Monumental de Chacra Ríos siempre fue un fracaso en la taquilla y terminó por convertirse en coliseo de espectáculos (el Amauta).
Es imprescindible estar en Acho con un lleno de bandera y bajo el sol: a los oles tremolantes, se alternan esos silencios que han hecho famosa la plaza entre los coletas. 13 mil personas callan. Se puede escuchar el zumbido de una mosca. El ansia de triunfo se puede palpar. El toro pasa alegre y noble, el torero instrumenta un natural extenso y eterno...¡Ole!